En Colombia, cientos de árboles endémicos están amenazados
Dos científicas documentaron el estatus de 860 especies de árboles. Ahora comunidades locales ayudan a repoblar las que están en riesgo.
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Las semillas de la ceiba barrigona no son fáciles de encontrar. Este gigante amenazado, conocido científicamente como Cavanillesia chicamochae, solo se encuentra en un cañón en la Cordillera Oriental de los Andes Colombianos. “Tú tienes que caminar durante días y días para encontrar un individuo que de pronto tenga unas pocas semillas” dice la doctora Cristina Lopez-Gallego, una bióloga de la Universidad de Antioquia quien trabaja en la conservación de plantas. Pero por difícil que sea recolectar semillas, esta actividad puede ser crítica para el futuro de esta y muchas otras especies.
La ceiba barrigona es una de las más de 1,100 especies endémicas de Colombia, un país conocido por su extraordinaria biodiversidad de plantas. Pero, después de evaluar la condición de cientos de árboles endémicos para un reciente estudio, Lopez-Gallego y sus colegas estimaron que alrededor de la mitad de los árboles del país suramericano están en problemas.
El objetivo del estudio fue producir información acerca de las especies con el fin de informar decisiones para conservarlas, dice Lopez-Gallego. El equipo usó la metodología de la Lista Roja la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), un inventario global de especies de animales y plantas las cuales son categorizadas según su riesgo de extinción.
Las investigadoras evaluaron 860 árboles endémicos y encontraron que 357 están amenazados. De estos, 95 fueron designados en peligro crítico, 148 en peligro y 114 vulnerables. De las especies que no se encuentran amenazadas, 64 fueron categorizadas como casi amenazadas y 416 como preocupación menor. (No hubo datos suficientes para clasificar alrededor de dos docenas de especies).
Lopez-Gallego dice que su investigación muestra la terrible condición de los árboles endémicos en el país. “Es muy brutal, es una cosa muy dura”, dice ella sobre los resultados.
“Que desaparezca una especie es gravísimo. Saber que desaparcen muchas especies o que muchas estén en alto riesgo es enormemente preocupante”, dice el doctor Mauricio Diazgranados, director científico y decano del Centro Internacional de Ciencias de Plantas del Jardín Botánico de Nueva York, quien no estuvo involucrado en el estudio.
Diazgranados es un experto en frailejones, un grupo de plantas con hojas peludas que se encuentran en los ecosistemas de gran altura de los Andes. Él dice que no está sorprendido con el porcentaje de árboles endémicos amenazados. En sus propias investigaciones ha encontrado que hasta el 60% de las especies de frailejones están en peligro de extinción. Diazgranados cree que el porcentaje puede incluso ser mucho más alto de lo que sugiere la Lista Roja, porque esta metodología no tiene en cuenta los efectos del cambio climático.
Según las autoras del estudio, las amenazas más significativas para los árboles colombianos son la deforestación, la fragmentación de ecosistemas y la destrucción de hábitats. Entre los principales impulsores de la deforestación están la ganadería, la agricultura, la minería y la producción de cocaína. Este es un problema el cual se cruza con la economía de las comunidades locales, ya que muchas deben cortar árboles para sobrevivir. “La conservación no puede ir desligada de la solución de los problemas sociales”, dice Diazgranados.
Una de las instituciones colombianas que usan la Lista Roja para guiar su trabajo es el Instituto Humboldt, una organización sin ánimo de lucro, la cual recolecta y propaga semillas de las especies amenazadas como parte de sus esfuerzos de conservación ambiental.
Sin embargo, recolectar y crecer semillas de árboles endémicos y amenazados es más fácil dicho que hecho, dice la doctora Carolina Castellanos, gerente de centro colecciones y gestión de especies en el instituto. “Tú puedes coger 100 semillas y puede que solo 10 semillas sean viables”, dice ella. Además el clima adverso, como fuertes lluvias durante el fenómeno de la Niña, puede reducir la producción de fruta, y por lo tanto de las semillas, incluso de especies bien cuidadas como las comerciales. Esto puede ser atroz para las especies con pocos individuos. Y para hacer las cosas más difíciles muchas semillas tropicales son recalcitrantes, lo que quiere decir que no sobreviven cuando se secan y se congelan, por lo cual no se pueden almacenar a largo plazo.
Para superar estos desafíos el instituto Humboldt trabaja con diferentes científicos para apoyar viveros comunitarios en regiones remotas por todo el país donde líderes locales y voluntarios ayudan a crecer árboles endémicos. Es mucho más fácil, y barato, reproducir árboles en las regiones de donde son nativos con el apoyo de la comunidad. Actualmente hay ocho viveros produciendo especies de árboles amenazadas, las cuales fueron seleccionadas usando la investigación de Lopez-Gallego y sus colegas. El objetivo es que en unos pocos años puedan replantar árboles jóvenes en áreas protegidas identificadas por los investigadores y manejadas por el instituto.
“En Colombia hay más de 7,000 especies [de plantas] que usamos para diferentes cosas, desde artesanías, comida y el mismo uso ornamental”, dice Castellanos, quien sostiene que las plantas son esenciales para nuestras ciudades, entornos y cultura, incluso cuando no somos conscientes de ello. Ella agrega que para proteger a los árboles amenazados es muy importante que los colombianos aprendan de la biodiversidad de fauna de su país. Diazgranados también lamenta la falta de este tipo de educación en los colegios. A pesar de ser uno de los más importantes expertos de plantas colombianas, él dice que no fue hasta la universidad cuando aprendió acerca de la biodiversidad del país.
Cuando una especie como la ceiba barrigona se extingue, según Diazgranados, también desaparece su evolución, su química, sus usos potenciales y su historia cultural. Lopez-Gallego sabe que no puede salvar a todos los árboles amenazados en Colombia y que muchos se van a extinguir durante su vida. Pero ella también sabe que su trabajo para proteger estos árboles va a beneficiar a otras especies, ecosistemas y comunidades locales. “Es un trabajo difícil, a veces frustrante”, ella dice. “Pero es un trabajo muy satisfactorio”.
Santiago Flórez is Science Friday’s community manager. He is a former teacher, anthropologist and journalist.